IRAPUATO.-De trato amable y conversación afable, el «Viejo Chalío» sigue siendo toda una institución entre sus amigos, muchos de ellos militares, con quien compartió aventuras, trabajo y momentos de miedo, como aquella noche en «que nos pasó la llorona encima…Muy valientes, muy valientes y que se nos enchina el cuero», dice Rosalío Sánchez Balderas, viejo conocido entre la milicia.
Hace 52 años nuestro personaje de hoy, recuerda que se dio de alta en el Ejército Mexicano, donde permaneció más de 23 años, trabajando de peluquero, albañil, guardia, cocinero, yesero, pintor, yesero y a la distancia sigue con esa misma humildad, con la cual conquistó grandes amistades.
Salvador García Paniagua, ex Secretario de la SEDENA en aquellos tiempos fue quien lo ascendió. El «Viejo Chalío» se ganó la amistad y el respeto de cientos de militares, hoy algunos ya generales de División, otros ya fallecidos y muchos más quienes todavía lo frecuentan por su don de gentes, como es el caso del Coronel Moreno, hombre recto y formal al mando de un grupo de la Policía Militar.
«Ese viejo es a toda madre, es una persona que se da a querer por su modo de ser..Es un tipazo», dice don Rosalío en alusión al Coronel Moreno, uno de sus grandes amigos quien hoy está de regreso en casa (Irapuato) en el ejercicio de brindar mayor protección a los y las irapuatenses.
Sin embargo, para el veterano hombre que dejó a su paso por la milicia grandes recuerdos y amistades, «un millón de militares en la calle nunca serán suficientes mientras Derechos Humanos siga defendiendo a los delincuentes», dice en plática amena nuestro entrevistado.
En su local donde sigue ejerciendo la labor de peluquero, el «Viejo Chalío» es objeto de afecto de todos los colonos, desde aquellos tiempos cuando la fila parecía interminable de soldados que requerían el corte de pelo muy peculiar que distingue a nuestros integrantes de las fuerzas armadas.
Desde 1961 en Juchitlán lo recuerdan así como en Colón y en San Juan del Río, donde queda en su memoria la noche fría en que se escuchó el llanto fantasmal de la llorona. «Estábamos aquella noche cuando ….hay cabr….que se escucha el lamentoso llanto».
Muchos no creen en la llorona porque no la han visto. «También en otra ocasión en aquella guardia nocturna, que se nos enchina el cuero cuando varios compañeros vimos que algo pasó arriba de nosotros y se sintió un escalofrío…Era esa mujer, parte de nuestro mito y leyenda que mucha gente no cree…La llorona» cuenta Rosalío Sánchez, hombre amistoso, afable, humilde pero sobre todo de gran corazón para cosechar amigos.
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